28 de abril de 2009

Me pregunto qué pasaría, si por unos minutos el mundo entero se tumbara sobre la hierba, en silencio, como si tratara de escuchar el latido de la tierra, como si el viento fuese una nana de entrelubricán, como si nada pudiera ser más hermoso que ese momento, silencio...
Me pregunto qué pasaría si le diéramos, nos diéramos, ese respiro efímero y pienso, que tal vez sus pulmones se regenerarían y nuestras mentes se abrirían a una fantasía de paz y de sueños conectados por las raíces de esa hierba que acomoda nuestras cabezas, difundidos en la nana de la tarde y animando al resto del cuerpo a dejarse caer, pesar, hasta dormirse.
Quizás ese alivio de unos minutos nos haría ver el mundo con la vista renovada, entendernos en la torre de Babel, empatizar con el desconocido de al lado, tan diferente y tan igual a mi, nos interesaríamos por lo que de verdad importa y no aplastaríamos con políticas obsoletas ni burdas palabras, burradas, la vida ajena y la nuestra propia.
Sería posible que con una buena siesta, el ser humano, se diera cuenta de lo vulnerable que puede llegar a ser en realidad, que no le hace falta inventar para autodestruirse, que la mismísima madre naturaleza le está devolviendo cada golpe, no con el fin de acabar con él, si no con el anhelo de que se de cuenta de lo que está haciendo con el hogar de todos, culpa de todos dejar que estos golpes nos maten, nos ahoguen, nos mengüen sin querer ella que esto sea así.
Me pregunto si todo esto será posible algún día o deberé seguir escribiendo con la esperanza de que alguien lo lea y escriba sobre esta misma idea...

1 comentario:

Calle San Juan de Dios Nº8 dijo...

Que bonito sería que todos hicieramos eso.
Pero por desgracia el ruido de los coches, de las fábricas, de nuestra rutina acosadora y asesina de ensoñaciones, no nos deja escuchar lo que nuestro cuerpo nos pide, lo que nuestra propia salud mental nos pide.
Pero, que bonito sería poder hacerlo...
Un saludo