Las personas tenemos una forma de pensar cuya teoría puede ser muy bonita, pero los resultados en la vida real dejan bastante que desear.
Nos empeñamos en poner esperanza sobre lo que los demás pueden hacer por nosotros en base a lo que nosotros hacemos por ellos con supuesto desinterés, esperamos que caigan en detalles, minucias, sin valorar lo que realmente hacen, si algo de lo que nos muestran les ha costado un gran esfuerzo sólo por estar con nosotros.
Al mismo tiempo que generamos expectativas, falsas ilusiones sobre los demás, practicamos de igual modo con nosotros mismos, esperamos el máximo, la perfección, rozarla al menos y nuevamente caemos cuando nos damos cuenta de que sólo somos personas.
¿Cómo podemos ser tan ingenuos y esperar algo de los demás sin tan siquiera hablar de ello, si no sabemos lo que queremos, si muchas veces son fantasías?
¿Cómo podemos ser capaces de exigir a la imaginación o la intención del otro cuando la nuestra no hace más que volar?
No podemos contar con nada más que con lo que tenemos en este momento, ni siquiera con lo que teníamos porque el pasado se va emborronando con el tiempo, menos aún con lo que pudiéramos tener.
Vamos a fijarnos en que hoy soy, tengo, puedo y lo que fui, tuve o pude sólo fue el paso anterior, lo que seré, tendré o podré...Palabras que se lleva el viento.
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