Ayer estuve viendo un debate sobre lo acontecido en la gala de Los Goya, quién no lo ha visto ya.
No me atrevo a juzgar si está bien o está mal hecho.
No diré tampoco que me desagrade el acto, para qué mentir.
Quizás el único contexto que pone en entredicho la reivindicación llevada a cabo por los actores de nuestro país, sea el hecho de ser un acto televisado por la cadena pública, aunque todos recordamos que durante los años en los que estuvo cierto director en la cadena, los contenidos de la misma se denivelaban a favor de cierta ala política y en aquella época, al poder político no parecía importarle.
¿Me pregunto cuál hubiera sido la reacción del Gobierno de haber salido los actores con comentarios a favor de sus políticas?
Pero, bueno, no neguemos que todas las cadenas están condicionadas a ciertas convicciones políticas y que los medios de información, manipulan a su gusto la visión del día a día con tal de favorecer a sus héroes de sillón rojo.
Si algo me encorajinó y me dio la risa a la vez, no fueron las audaces críticas de los presentadores de la gala, fueron las declaraciones del ministro Wert a la salida del espectáculo, en las que en resumen decía que había aguantado como un campeón. ¡Machote!
¡Qué porte! ¡Qué clase! ¡Qué humildad!
Cuando tendría que haber levantado la cabeza para la reflexión y la autocrítica el habla de orgullo.
¡Qué patético!
Conste que a mi todos, me parecen igual de zalameros.
Si bien los actores son los que tenían el poder, la oportunidad, el respeto por adelantado por sus trayectorias y la libertad para expresarse aquella noche y si no querían convertirlo en un acto político, ¿por qué han de acudir políticos del Gobierno al acto? y siendo como es ¿por qué no invitar a su homólogo del resto de partidos políticos?
Lo que pasó en Los Goya, no es más que el reflejo de lo que pasa en la calle, eso bien lo saben esos profesionales del escenario que basan su trabajo en la vida diaria de este país, con sátiras y chistes de nuestra propia situación actual, con guines críticos y papeles nada sencillos de llevar a la alter-realidad de la pantalla.
No se si fue hipócrita, exagerado o sobreactuado en ningún caso, lo que si se es que no dijeron nada que no pueda oír la clase política en cualquier bar, panadería, supermercado o puerta de colegio de nuestro país.
Si tanto les duele la crítica, mejor no salgan a la calle.
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