Un menor de Vigo lleva más de un mes sin poder ir a clase.
Sus compañeros, estaban haciéndole la vida imposible llegando incluso a la agresión física, lo que le llevó a acudir a urgencias en tres ocasiones.
Los menores que le agredieron continuaban con total impunidad sin que nadie hasta el momento haya hecho nada por reparar la situación.
Los padres, desesperados, han decidido no llevar a su hijo al colegio a fin de parar su pesadilla.
La Xunta por su parte dice que se trata de un posible caso de absentismo escolar a investigar.
FLIPANTE.
Me pregunto si los miembros de la Xunta saben lo que es el acoso escolar, si alguna vez han sufrido la indefensión total frente a las humillaciones, agresiones, amenazas y continuas muestras de desprecio de las personas que les rodean, día tras día, hora tras hora soportando las miradas punzantes de tus compañeros, el silencio de los que no se atreven a defenderte, los susurros en los pasillos, los golpes en la pared, las zancadillas, los encierros en los baños, los lloros a escondidas, temblar a cada paso que te acercas a la puerta del colegio, las pesadillas de las que no puedes despertar ya bien tengas los ojos abiertos o cerrados... Y por supuesto, la pasividad del profesorado.
Esos adultos que deberían educar y proteger, enseñar, valorar a todos sus alumnos por igual, crear un buen clima de trabajo, esos quienes han pasado cuatro o cinco años de universidad estudiando exactamente ¿qué?. Programaciones, planes de estudio, lengua, matemáticas, inglés, educación física, lengua extranjera... Y la pedagogía y la didáctica que deberían haber aprendido durante esos años, ¿qué pasó con esos libros? Parece que los hubieran utilizado en el baño con fin higiénico y ahora lo único que tienen limpio es el culo pero desde luego la vocación la tienen metida en la m*******
O mejor todavía, la idea estúpida de que después de ver cómo actúa el profesorado se dice que al niño no hay que sacarlo del colegio porque eso es una muestra de debilidad y cesión frente al opresor.
Me saca de quicio, ver la ignoracia de los supuestos profesionales.
¿Desde cuándo la supervivencia es síntoma de debilidad? ¿Desde cuándo la búsqueda del bienestar y de poder vivir son muestra de sumisión?
No, hay que quedarse a sufrir ante la mirada del claustro, hay que plantar cara al agresor para que la paliza caiga más fuerte y quizás con más puños la próxima vez, hay que aguantar las increpancias y amenazas, hay que volverse loco pensando cuándo será la próxima vez, hay que seguir en una clase donde no eres bienvenido y todos te señalan y se ríen de ti, es muy valiente eso ¿No?
La respuesta es que no, que para evitarle mayores secuelas al menor hay que buscar un nuevo entorno donde darle la oportunidad de reinventarse y superar los miedos y no dejarle pasar sus años más preciados, esos que deberían estar llenos de recuerdos felices, entre las paredes que tantas veces han sido testigo de su desgracia.
Esto no es una película en la que todo se arregla cuando el menor agredido le devulve el golpe al matón del colegio en el recreo, eso sólo es ficción.
Nunca se puede agradecer dejar morir tu alma en la prisión de la pena por demostrar que no temes a nadie, porque la verdad es que tienes miedo y eso no es malo, negativo ni raro, es humano.
Ese chico no podrá dar las gracias por permanecer junto a su agresor porque eso no le hará crecer ni madurar, sólo padecer.
Ante la impotencia de no poder hacer nada por su hijo, los padres que lloran y comparten la pena de cada día sólo pueden alejarle y mantenerlo en el único lugar en el que de momento se le respeta como persona, su hogar.
Ese desafío al sistema si es valiente.
Lo que proponen los psicólogos es un desafío a la estabilidad mental y emocional de un menor, pero eso, por mucho que estudien nunca lo sabrán porque por suerte o desgracia, nunca lo han vivido.
No es el niño el que no funciona en el colegio y debe demostrar que si puede estar ahí y tiene derecho a estar en ese centro, es la escuela la que debería adaptarse a las necesidades del menor, queriéndolo y protegiéndolo y demostrar que es merecedor de todos y cada uno de sus alumnos.
Esa es la verdadera educación.
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