6 de mayo de 2008

Encuentros intergeneracionales

"Solo una de cada cuatro personas cree que la sociedad trata bien a los mayores"

"Sólo una de cada cuatro personas (el 24,3 por ciento) considera que la sociedad se comporta bien con los mayores de 65 años, un colectivo que los españoles perciben como feliz, aunque temeroso ante la enfermedad o la dependencia."

"cerca del 40 por ciento de los encuestados reconoce que nunca va al cine, de compras o a espectáculos con sus familiares mayores, y un porcentaje similar confiesa además que no comparte tareas domésticas con ellos ni les ayudan al cuidado personal." (5º párrafo)


Terra Actualidad - EFE

La experiencia hace al hombre, las vivencias que marcan la memoria de los años, las caídas más largas, la vida entregada a los otros, las cosas que nos hacen aprender, ser más fuertes, más hábiles, mejores consejeros, con la venda menos tupida a nuestros ojos, crecer y ser adulto, ser anciano y ser sabio.
Las personas mayores que tenemos a nuestro alrededor, pasan muchas veces desapercibidas entre las prisas, sus voces se vuelven un susurro entre el gentío de la calle, sus fotografías esperan a ser compartidas en un rincón descolorido y el otoño surca su mirada.
Son esas personas a las que hoy en día, muchos padres, dejan el cargo de sus hijos, aquellos que velan por cada uno de nuestros pasos, que narran la historia de su vida en forma de moraleja, que nos apoyan y nos consuelan, que son muestra de valor y entereza, que tanto han pasado...
Son nuestros padres de emergencia y de cuidados, nuestros abuelos orgullosos de tener los nietos más hermosos, el vecino al que no le falta en la boca un buenos días, buenas tardes, buenas noches mientras sujeta la puerta de la entrada o la sonrisa agradecida al darles paso primero.
La juventud, ha perdido esa educación con fragancias de antaño, tiene la pesadumbre de la adolescencia del pavo subido de tono a cada replica, pasan horas vagando en las calles, se pierden lo más tierno de la vida en un gran salto desde los juegos infantiles al humo y el alcohol tempranos en sus colonias y antes de alcanzar conciencia alguna están cansados de la nocturnidad y la vida alegre. No son responsables, no respetan aquello de "donde empieza mi libertad acaba la tuya" ni siquiera lo comprenden, son contemporáneos de una transición, de un pensamiento adulterado.
Quizás pasar más tiempo con las personas que han llegado a la edad de oro les hiciera comprender muchas cosas, escuchar con atención y apagar la televisión sería un principio de criterio y la sana discusión de las diferencias entre épocas les enseñaran cosas que una escuela jamás podrá darles, sentir de cerca que el pasado y el ahora se funden, enseñarse mutuamente a integrarse en el mundo y encontrar su lugar, que al fin y al cabo es lo que el tiempo nos da.

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